La "Mancojuerga" y el adiós a los ídolos de papel

En esta jungla inóspita, en estas tierras yermas, en estos senderos bifurcados que llamamos fútbol peruano, el encontrarnos con jugadores indisciplinados se ha convertido en un lugar común que solemos observar a cada instante. Desde 'Chiquito' Flores, el 'cholo' Ccahuantico, Mario 'no me gusta que me arbitren las mujeres' Leguizamón existen individuos capaces de cojer la bandera y enarbolarla al son de una jarra de 'chela'. Lo que ocurrió el pasado 11 de Julio no es más que un reflejo de la simple realidad. A puertas de un choque trascendental ante el Cienciano, en el Cusco, el grueso de la plantilla 'íntima' decidió ir a 'despedir' al hijo predilecto de La Victoria, al muchacho que salió de Lurín y que se dice va a triunfar al Vijeo Continente. Sí, nos referimos a Reimond Manco.

Jhonier Montaño, Waldir Sáenz, Jorge Soto, Santiago Salazar y Juan Jayo fueron los 'ampayados' por las cámaras de un programa de espectáculos de TV que inmediatamente propaló las imágenes. Muchos se quejarán de mala fe. Aquí no se trata de mala fe. La cuestión en este caso es que ellos son jugadores profesionales. Y ser profesional, según la RAE es "ejercer su profesión con relevante capacidad y aplicación". ¿Lo estarían haciendo así ests señores?

Los entendidos en el tema dicen que el que más sufre es el hincha, al ver a su equipo en el sótano de la tabla y sin aspiraciones al título a final de año. No mienten. Ver a este Alianza no da pena, da rabia. Jugadores que no se entregan al máximo, sujetos que les importa un bledo que sean la esperanza de millones de corazones blanquiazules que cada fin de semana depositan un voto en ellos. No se han puesto a pensar que cada sol (la entrada de barra cuesta así) que un barrista del Comando Sur desenbolsa para ver a su equipo significan 6 ó 7 panes menos en su hogar.

No basta, como dijo Jayo en Partido Aparte, pedir "perdón" a los hinchas. Eso está demás. Ya la jodieron pués, ya no tiene arreglo. Mientras miles de 'grones' veían con rabia como el eterno rival daba olímpica fecha tras fecha, un sentimiento empezaba a surgir en esos corazones fracturados: el adios a los ídolos de papel.